MILLER

Texto en pdf: Muerte de un viajante


PERSONAJES, TEMAS Y TRASCENDENCIA DE LA OBRA


Los personajes, aún en desarmonía, deben interpretar juntos la farsa de la vida intentando que el resultado parezca melodioso, como si de un concierto se tratase. No en vano en la obra son fundamentales las músicas con las que se identifica cada personaje cuando va a salir a escena y el primer y tercer acto son denominados con términos musicales (obertura y réquiem). 

El protagonista de la obra, Willy Loman, un vendedor (un viajante comercial) neoyorquino de sesenta y tres años que vive de falsas esperanzas esperando llegar a ser alguien importante pero la realidad es que las míseras comisiones que consigue tras recorrer un montón de kilómetros no le han permitido ni siquiera terminar de pagar la hipoteca de la casa. El protagonista es el prototipo del hombre inseguro pero con una gran habilidad para el autoengaño. Se encuentra "pasado de moda" en el trabajo y en su casa (aún por terminar de arreglar: el huerto, el porche...) y en familia tampoco ha conseguido triunfar: su hijo mayor Biff, su gran esperanza, representa sus propios defectos que han pasado de generación. Con él vive constantes disputas que amargan la vida familiar. El núcleo temático central de la obra va a ser precisamente el continuo enfrentamiento y el conflicto generacional padre-hijo entre Willy y Biff.

El Willy que nos presenta la obra es un hombre mayor, del que poca gente se acuerda. Cuando decide pedir un puesto con un salario fijo en la oficina es despedido. Engaña a su mujer, Linda, su único apoyo incondicional, y es descubierto por su hijo Biff, justo en el momento crucial de la vida de este en el que, a pesar de tener una brillante carrera como deportista, ha suspendido. A través de este personaje se desmonta el falso sueño americano de "todo es posible en América" y de superarse a sí mismo. Willy es despedido y, humillado, decide suicidarse para que su familia cobre el seguro. Happy, seguirá con el sueño de su padre, todo lo contrario que Biff.

Toda la obra gira en torno al protagonista, desde su punto de vista, con varios saltos en el tiempo (flashbacks), a través de los cuales vamos entendiendo al personaje. Habla frecuentemente solo, mezclando el presente con el pasado, haciendo un repaso a su vida, con sus sueños, sus ilusiones y, sobre todo, sus fracasos. 
Es un hombre con grandes habilidades manuales pero no ha dado nunca valor a lo moral e intelectual (en oposición a su vecino Charley y el hijo de este, Bernard). Su mayor valor es el del trabajo: América ofrece grandes posibilidades para los grandes hombres, habilidosos, deportistas, fuertes, triunfadores con las mujeres... Para él educar bien es sinónimo de cultivar el cuerpo, estar en buena forma física y hacer todo lo posible por ser rico. Pero lo cierto es que al final de su vida, se siente un fracasado, humillado en el trabajo, solo e inseguro.  Su muerte supondrá en cierto modo un alivio y una liberación (al menos en términos económicos) para él mismo y para su familia (compárese con el final del protagonista, también viajante, de La metamorfosis de Kafka). Sin embargo, como muestra del absurdo de la vida, su muerte solo consigue acentuar la soledad de su mujer y sus hijos y la casa, cuya hipoteca terminarán de pagar al cobrar el seguro, será vendida y ya ninguno la podrá disfrutar. Así de absurda es la "libertad" que han conseguido.

Biff, su hijo mayor, representa el lado opuesto de esta mentalidad. Va a ser él el que intente desmontar la farsa del sueño americano en la que vive su padre ("En esta casa nunca se ha dicho la verdad durante diez minutos"). Su adolescencia fue su época dorada: capitán del equipo de fútbol americano, triunfador con las chicas... Pero todo cambió cuando suspende Matemáticas y al ir a contárselo a su padre descubre que le está siendo infiel a su madre. Tiene treinta y cuatro años y es un fracasado: ha estado tres meses en la cárcel por robar y la cleptomanía que sufre le impide llegar a nada en ningún trabajo. Prefiere una vida libre, siendo peón de granja y siendo libre en contacto con la naturaleza.
El odio que su padre cree que siente hacia él se aminora en el acto final cuando se enfrenta a su padre ("¡Me llenaste de pájaros la cabeza!"). Se considera un "don nadie". Sin embargo, en el fondo no es odio lo que siente hacia su padre ("No es odio. [...] soy lo que soy"). Es una víctima de la educación (o la no educación en valores) que ha recibido y se echa a llorar ante su padre en ese momento crucial (hecho que Willy interpreta como muestra de afecto y que demuestra que no le odia: "¡Me quiere!"). Prefiere irse de la vida de su familia para evitar los enfrentamientos constantes con Willy y el sufrimiento que para ellos conllevan estas disputas. Para él, a diferencia de su padre que le anima a ahorcarse ante el odio que le destruye, el suicidio no es la solución. Representa el paso de niño a hombre. Adquiere auténtica responsabilidad cuando es capaz de enfrentarse a la verdad y dejar de engañarse a sí mismo, lo que le hace enfrentarse a sus miserias, a lo que es en realidad, delante de su padre. En ese momento llora, como un niño, pero en realidad es un hombre reponsable que se enfrenta a lo que es y a su fracaso ("A ver si nos entendemos, papá. Cada vez que me he ido, ha sido a causa de una pelea. Hoy he comprendido algo acerca de mí mismo, he intentado explicártelo, y... creo que no soy bastante listo para exponértelo con claridad. No importa de quién sea la culpa."). Al dejar aflorar sus sentimientos y "descubrirse" rompe la farsa y las apariencias pero su padre interpretará este gesto de debilidad como una muestra de afecto sincero ("¿No es..., no es extraordinario? Biff... ¡me aprecia! [...]¡Ha llorado! Ha llorado por mí.")  

Happy tiene 32 años. Es un golfo, vividor, mujeriego (machista) y vuelca con las mujeres su insatisfacción personal pues en el fondo se siente solo. Está inseguro e insatisfecho por su trabajo en el que no destaca pero, al contrario que su hermano, quiere aparentar todo lo contrario. Es el "heredero" del sueño americano y la farsa de su padre.

Linda es la perfecta esposa y madre de familia. Quiere a su marido por encima de todo ("No quererle a él es no quererme a mí") e incluso se pone de su parte ante sus propios hijos. Sabe que su marido no es el mejor hombre del mundo pero, ante todo, le quiere como ser humano al que le está ocurriendo algo terrible. Actúa siempre en beneficio de los demás incluso por encima de ella misma. Su actitud generosa es la opuesta al egoísmo y el orgullo de Willy:  "[Willy] No es la persona más agradable que jamás haya existido, pero es un ser humano, y le está ocurriendo algo terrible. Por eso debemos prestarle atención, evitar que acabe en la tumba como un perro viejo". La muerte de su marido es para ella una situación absurda (casi kafkiana), incomprensible, como un sueño del que cree que va a despertar ("me parece que estás aún en uno de tus viajes y que vas a volver").

De los personajes secundarios de la obra, uno de los que más trascendencia tiene es el del tío Ben, el hermano de Willy. Él representa el triunfo del sueño americano que no ha sido posible para Willy ("Hay que ser un gran hombre para triunfar en la selva"). Es el hombre rico hecho a sí mismo, que no le ha tenido miedo a nada. Algunas de sus frases revelan claramente su mentalidad de triunfador en esa "selva" del imperialismo económico: "Nunca juegues limpio con un desconocido; no saldrías vivo de la selva."; "Las cárceles están llenas de gente que no le tiene miedo a nada, y la bolsa también". Actúa además como la conciencia del protagonista, fundamentalmente en el acto final cuando sus palabras resuenan en la mente de Willy y le empujan al suicidio: "La jungla es oscura pero llena de diamantes" (con su muerte oscura su familia cobrará el seguro poniendo así fin a sus penurias económicas). Su aparición en escena sirve de enlace para los cuadros escénicos que suponen un salto temporal en la mente del protagonista.

TEMAS:

El consumismo, el afán de tener dinero para aparentar y gastar. Willy no puede soportar ser menos que su vecino Charley, conoce bien las marcas de los productos, automóviles, etc., y querría ganar más para poder gastar más. No tener dinero lo hace muy infeliz, se siente fracasado. Crítica al capitalismo como sistema inhumano.“Trabajas durante toda la vida para comprar una casa, y cuando por fin es tuya no queda nadie para vivir en ella”, dice Willy de manera premonitoria en el primer acto. Y tal es la queja final de Linda, en el réquiem final: han terminado de pagar la hipoteca tras veinticinco años de esfuerzo y, cuando por fin son libres, Willy ya no está para disfrutar con ella de lo conseguido.
En la obra se critica también la especulación inmobiliaria, la depredación del medioambiente (la tala de árboles, la urbanización salvaje, la casa de los Loman se ve rodeada por edificios de pisos que Willy odia). Se cita a los mitos americanos (Thomas Edison, Benjamin Franklyn, el béisbol y el fútbol). Se refleja la mentalidad de la clase media americana (el hombre aficionado al bricolaje, la buena ama de casa, marcas como los coches Chevrolet o Studebaker, la vida acomodada con neveras, casa con jardín, cuarto de herramientas, la pasión por aparentar y por mejorar de posición social, el materialismo económico…).

El fracaso: una visión crítica del “sueño americano”, del “american way of life”. No es tan fácil salir                 adelante en los Estados Unidos, no basta con trabajar duro para triunfar.

La importancia de la educación, las consecuencias de una educaciónequivocada. Willy insiste mucho en la                   apariencia, cree que eso lo es todo en la vida, que ayuda en los negocios. Inculca esos valores a sus                  hijos, no se preocupa por las cuestiones intelectuales o morales.

El culto al aspecto físico, a la belleza, a la estética, al deporte y la apariencia, a las ropas              caras y la buena vida.

El enfrentamiento generacional padres-hijos
El enfrentamiento entre dos modos de vida: el falso y el auténtico, el campo y la ciudad, la vida del trabajo duro y los horarios larguísimos frente a una relación laboral más auténtica. De hecho el cielo que se proyecta en el fondo se asocia a los tiempos felices y a los saltos temporales cuando todavía se mantenía vivo el sueño de Willy, mientras que en la tragedia presente solo se ven los rascacielos que han aniquilado la tranquilidad del barrio residencial en el que vivían.
          El sistema, inhumano, nos arroja a la basura cuando ya no podemos rendir como solíamos. Tal es la tragedia de nuestro tiempo. 


 Fuente para el desarrollo del tema: pdf Instituto Avempace


BIOGRAFÍA DE ARTHUR MILLER


Dramaturgo y guionista estadounidense.
Escribió también ficción, ensayo y crítica.
Hijo de inmigrantes judíos austriacos con un negocio textil (abrigos) que fue bien hasta la Gran Depresión, por lo que los Miller vivieron primero en Manhattan, junto a Central Park, con varios empleados domésticos a su servicio y una casa de verano en Queens, y después en un modesto apartamento de Brooklyn que sirvió de modelo a Arthur para la vivienda del protagonista de Muerte de un viajante.
A los 28 años estrenó su primera obra en Broadway, Un hombre con mucha suerte, que sólo tuvo cuatro representaciones. En 1947 estrena Todos eran mis hijos, obra de denuncia del armamentismo por la que recibió en 1948 el Premio de la Crítica de Nueva York. El elemento fundamental de toda su obra es la crítica de los valores conservadores americanos.

Su consagración definitiva se produce en 1949 con Muerte de un viajante, en la que denuncia el carácter ilusorio del sueño americano y con la que gana el Pulitzer, entre otros premios.
En la década de 1950 fue víctima de la caza de brujas. Acusado de simpatías comunistas por Elia Kazan (director de cine y teatro que había dirigido la primera versión de Muerte de un viajante), rehusó revelar los nombres de los componentes de un círculo literario sospechoso de tener vínculos con el Partido Comunista ante la Comisión de Actividades Antiamericanas en 1956. Miller no dio ningún nombre y se le declaró culpable de desacato al Congreso. En 1958, el Tribunal de Apelación de los Estados Unidos anuló la sentencia, de forma que no tuvo que ingresar en la cárcel. La atmósfera de aquel tiempo la plasmó en Las brujas de Salem (The crucible, 1953).
El 29 de junio de 1956 se casó con Marilyn Monroe, matrimonio que duraría hasta 1961. Para muchos, la boda entre el espíritu y el cuerpo, entre el intelecto y la carne. Fue el segundo de sus tres matrimonios, y no llegó a casarse con su última novia, relación que duró hasta su muerte en 2005.
Ese año, 1961, escribe para Marilyn el guión de Vidas rebeldes (The Misfits, Los inadaptados en la traducción argentina), llevada al cine por John Huston, contando con Montgomery Clift y Clark Gable como protagonistas. Fue la última película de Marilyn y Gable, fallecidos ambos poco después del rodaje. Las infidelidades de la Monroe, sus problemas con el alcohol y las tensiones durante el rodaje, acabaron primero con el matrimonio y finalmente condujeron a la actriz al suicidio. Miller se mantuvo un tiempo alejado de los escenarios y no volvió a estrenar hasta 1964. Ese año reflejó los cinco atormentados años de relación con Marilyn en su controvertida Después de la caída, donde destaca el carácter autodestructivo de la protagonista, Maggie.
Los setenta y primeros ochenta fueron el comienzo de una etapa de oscuridad en la que fue etiquetado de anticuado, moralista o sermoneador. Triunfa con El descenso del monte Morgan (1991) y algunas novelas cortas de línea psicológica. Viaja por todo el mundo y es aclamado como un clásico vivo, pero cada vez tiene más dificultades para estrenar en su país.
Fue un gran admirador del teatro griego y de Ibsen. Recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2002.
A pesar de que se le critica por su egolatría, su frialdad y su orgullo, Miller también es conocido por su activismo político y social. Arremetió contra la deshumanización de la vida estadounidense; se aproximó al marxismo, criticándolo más tarde; se opuso a la caza de brujas del senador Joseph McCarthy y denunció la intervención de Estados Unidos en Corea y Vietnam. Es un hombre de convicciones fuertemente éticas que tiene conciencia social y compasión hacia los que sufren. Fue delegado en la convención demócrata de 1968, pero terminó en una posición escéptica respecto de la política. Antes de morir, en sus últimos días, aún tuvo tiempo de criticar con dureza la política del presidente americano de entonces, George W. Bush. Cuando murió, la prensa lo ensalzó como “la conciencia de Estados Unidos”.
El estreno de Death of a Salesman fue un éxito de inmediato y hoy se ha convertido en un clásico del teatro norteamericano y occidental del siglo XX que es llevada a las tablas innumerables veces, y también a la pantalla. La pieza ha pasado a ser un símbolo de la inutilidad del sacrificio y de la tragedia del hombre corriente en una sociedad que lo aniquila. Fue la primera obra en cuestionar el sueño americano. En cierta forma, Miller es el anti-Whitman, el hombre que demuestra que el sueño se puede convertir en pesadilla y que también hay razones para el pesimismo.
La tragedia se subtitula “Algunas conversaciones privadas en dos actos y un réquiem”, lo que da idea de la intromisión en la vida de una familia americana normal y corriente (los Loman) y confirma la primera palabra del título, Muerte, dado que se habla de un “réquiem”. El primer acto, a su vez, se subtitula “Obertura”, lo que confiere un aire sinfónico al texto teatral.
De esta manera, el lector-espectador cuando comienza la función (escénica o lectora), ya intuye lo que se va a encontrar: una historia trágica, la puesta en escena de algunos diálogos de la vida doméstica americana de una familia de la clase media o media-baja.